espacio de 400 metros. las paredes externas, translúcidas, tersas por el peso del agua, dejan entrever desde fuera un juego de luces y sombras. una plataforma de ejes de abeto burdo sostiene la arquitectura. telas negras definen un paso donde la lluvia silenciosa de luz y agua invita a los visitantes a atravesar protegiéndose con un impermeable. al final de la galería el espacio se distiende en la pausa de la plaza, donde los columpios luminosos, asientos sobre los que descansar, acunan con su luz en movimiento, oscilan, mecen. en el suelo, dejados por casualidad, pensamientos sin orden, se recompactan, y vuelven a vivir en el libro blanco.